
Tantas personas alrededor, arrastrando maletas, recuerdos, sonrisas y alguna que otra lágrima. En Atocha, sentada bajo unas enormes plantas que en esos momentos me quitan parte de todo el aire que me gustaría respirar. Con las piernas encogidas, y un libro recién empezado encima, levanto la vista para observar lo que ocurre a mi alrededor.
Cuantas caras desconocidas, cuantos gestos cansados, y cuantos movimientos de muñeca, para ver si aún queda mucho para partir. Una chica abraza con fuerza su bolso, a su izquierda una señora devora un bocadillo con tantas ganas que me está entrando hambre... a la derecha un chico medio dormido, deja caer sus piernas sobre una bolsa azul, que debe haber viajado mucho.
Arriba todo se mueve... pero a los cinco minutos arriba es abajo, y sí abajo aquel chico moreno continua con las piernas cruzadas, con las manos en los bolsillos y la mirada triste.
Respiro al poner el pie en el suelo. De nuevo en Córdoba, me subo a un taxi con la mejor compañía, y veo las calles pasar, lo fotografío todo en mi cabeza, y seguimos hasta marte...
Escuchando Grandaddy "He´s simple..."